Comienzos

Los comienzos de la guerra fría
La doctrina Truman y el Plan Marshall
Desde la Conferencia de Yalta no dejaron de aumentar los puntos de fricción entre Estados Unidos y la URSS, pero tres hechos fueron los que provocaron fundamentalmente la reacción norteamericana del 47, concretada en la llamada doctrina Truman: la instalación de gobiernos comunistas en las naciones europeas ocupadas por el ejército soviético; la fuerza y el prestigio de los partidos comunistas en países como Francia o Italia (que podían actuar como peones de Moscú); y la cuestión griega, donde la URSS, a través de Bulgaria, prestaba apoyo a los partisanos comunistas enfrentados a los grupos monárquicos que, a su vez, recibían apoyo de Gran Bretaña. Pero los británicos, en 1947, reconocían su incapacidad para resolver la situación y retiraban sus tropas. La debilidad británica, unido a los hechos anteriores, reforzaba la idea norteamericana de una Europa susceptible de caer en la órbita de Moscú.
En la primavera del año 47 el presidente Truman expuso en un discurso ante el Congreso las ideas que se conocen como “doctrina Truman”: ante el avance del comunismo – “en varios países del mundo, recientemente, se han implantado por la fuerza regímenes totalitarios, contra la voluntad popular”- Estados Unidos debía ayudar a los países libres e impedir que en ellos se impusieran regímenes totalitarios comunistas. El presidente anunciaba así el abandono de la tradicional política aislacionista de la nación y fijaba los fines que desde entonces seguiría la política exterior de Estados Unidos: defender el mundo occidental o libre, agrupando a su alrededor a los países decididos a oponerse a la difusión del comunismo y al expansionismo soviético. Se ponía en marcha la política de “contención” del comunismo, dando prioridad a Europa Occidental.
La doctrina Truman o política de “contención” se concretó, en primer lugar, en la ayuda a Grecia: Truman decidió apoyar al ejército monárquico que consiguió la victoria en el año 48.

Pero la ayuda a Grecia era sólo el preámbulo de una ayuda mucho más importante a las naciones europeas para su reconstrucción: el Plan Marshall. Propuesto en 1947 por el Secretario de Estado, George Marshall, consistía en un programa masivo de ayuda, en forma de créditos y donaciones, para la reconstrucción de Europa (también daba salida a la superproducción americana). Comprendía Estados Unidos que ésta constituía el mejor antídoto contra el comunismo. Pensaba más o menos lo mismo la Unión Soviética, que denunció la ayuda americana como una vía de control y dependencia de Estados Unidos, por lo que fue rechazada por la URSS y los países del Este. El plan aportó casi 13.000 millones de dólares a un total de 16 países. Ello permitió la rápida reconstrucción económica de Europa occidental, al tiempo que cohesionó el bloque occidental bajo el liderazgo de Estados Unidos. En 1949, mantuvo sus tropas en Europa y creo la OTAN o Alianza Atlántica: una organización militar permanente.

La respuesta soviética a la doctrina Truman no se hizo esperar. En 1947, la URSS convocó en Polonia una reunión de dirigentes de partidos comunistas europeos en la que aprobaron el informe presentado por Andrei Jdanov (doctrina Jdanov) en el que denunció a los Estados Unidos como líder de las potencias imperialistas del mundo: “El imperialismo americano se esfuerza, como un usurero, en explotar las dificultades de la posguerra de los países europeos...”. Por el contrario, según él, la URSS era la dirigente del campo antiimperialista y democrático. En dicha conferencia se creó el Kominform para coordinar las políticas de los partidos comunistas, especialmente los europeos, y permitir su control desde Moscú (venía a sustituir al Komintern, disuelto por Stalin en 1943).

Guerra Fría hacia 1980

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